La historia del capuchino está ligada a la llegada del café a Europa, concretamente a la leyenda de uno de aquellos monjes capuchinos, un tal padre Marco d’Aviano, que fue invitado por el papa Inocencio XI a Viena para convencer a las potencias europeas de una coalición contra los musulmanes otomanos que les estaban asediando. En medio de la reunión, en una cafetería vienesa, el monje corrigió el café fuerte que le sirvieron con leche y la bebida fue nombrada Kapuziner, o lo que es lo mismo, cappuccino en alemán.
¿De dónde procede el café capuchino?
Los monjes capuchinos comenzaron como un movimiento reformista dentro de los franciscanos, haciendo llamados al regreso a la vida modesta y el trabajo duro, que inspiró a los fundadores.
Estos reformistas de grandes capuchas fueron oficialmente identificados como capuchinos en 1535.
Hoy en día hay unos 11.000 miembros de este movimiento alrededor del mundo, y el color marrón de sus túnicas es probablemente la razón por la que le han dado nombre a las tazas del delicioso café capuchino.
En Italia, la palabra capuchino se utilizaba para referirse al café en la década de 1930.
Un escritor francés lo registró en Venecia en 1937. Pero en realidad fue en alemán –”kapuziner”- el idioma en el que la palabra se utilizó por primera vez para referirse al café.
Se cree que esa conexión se deba al monje capuchino Marco d’Aviano, quien fuera confidente del emperador austríaco Leopoldo I en la década de 1680.
El primer local dedicado al consumo de café en Viena apareció hacia esa fecha, pero el término “kapuziner” no fue registrado hasta más tarde.
Un ejemplo es la receta para un “kapuzinerkaffe” (un café capuchino) de Wilhelm Tissot, publicada en 1790.
En la misma se explica que primero se hierve el café, luego se mezcla con crema, azúcar y especies, y luego se vuelve a hervir.
Posteriormente se vierte sobre las claras y las yemas del huevo, y se baten. Para los amantes del café en Viena, durante los siglos XIX y XX, el término capuchino se quedó para describir café con un poco de leche.
En ese sentido, expertos italianos aceptan que los alemanes tomaron el término y lo aplicaron al café, pero insisten en que el capuchino que tomamos es una bebida italiana, y están en lo cierto.
El capuchino moderno es el resultado de la evolución experimentada a lo largo del siglo XX por las máquinas de café expreso, que calientan la leche y producen espuma, por las que los amantes del café deben estar eternamente agradecido a los italianos.
En Coffee Mori el café capuchino sale delicioso. Te invitamos a probarlo y te sorprenderá su exquisito sabor.
¿Cómo hacer un capuchino o cappuccino?
Para hacer capuchino de 10, necesitas un buen café espresso y leche fresca, a poder ser. La calidad de los ingredientes es importante. Y después está la técnica, solo apta para valientes. Necesitas 25 ml de café espresso y 100 ml de leche espumada, vaporizada con calor pero no previamente calentada. Para ello venden el típico vaporizador de leche o puedes intentar hacerlo batiéndola mientras se calienta en una olla a fuego lento. Te aconsejamos evitar la leche desnatada e ir a por la entera o semidesnatada, ya que tiene más textura y lograrás mayor sabor y cremosidad en tu cappuccino.
Una vez tengas tu espresso (30 ml) y la leche fría haya ganado volumen y temperatura con el vapor, debes verter la leche en el café con cuidado. La taza también es importante: debe ser de cerámica o de loza, que mantenga el calor, y tener entre 150 y 160 ml de capacidad.
Termina tu capuchino con un poco de arte latte, cacao puro en polvo o canela. Y ¡listo!
Esperamos que este artículo sobre: El origen del capuchino, te haya gustado mucho. Te invitamos a seguirnos en Instagram y Facebook, y también te invitamos a visitar nuestra tienda online.